Como también somos restauracionistas, y aspiramos a la vindicación de las aristocracias, también tenemos heráldica; que como es lógico, tiene que ver con la obsesión con la Orden de Predicadores, que de mendicante no tiene nada. Los pabellones blanco y negro se refieren, como en el origen agustinista (maniqueo), a la relación de sombra y luz; como recordatorio de que todo se compone de anverso y reverso, no de que las cosas son blanco o negro sino que tienen una tendencia siempre, no son universales.
La torre es la Iglesia, hermosa pero levantada sobre la fuerza ridícula del león; por eso es humano, y está en el pabellón negro. El centauro alude a la imagen del Dante (Cristo como un Grifo) reflejando las dos naturalezas del Cristo, que todo lo unifica; por eso está en el pabellón blanco, donde crece el árbol del Paraíso (Paradiso), que todos insisten en identificar con una planta prohibida; juro que fue casualidad, aunque no me molesta, tampoco me fascina, no hace ruido. Los lemas, en latín: "Pulcritude numquam exidit!" es una propuesta sobre el carisma de los dominicos (Que antes de la Inquisición hicieron la Suma teológica) y el de los franciscanos (Que también fueron inquisidores). Los lemas dicen: "La verdad nunca muere" (dom) y "La caridad nunca muere" (fran). El nuestro dice "La belleza nunca muere". El segundo lema es una frase de San Agustín, rescatada por Lezama Lima, y dice "Buscad siempre su rostro", aludiendo al rostro de Dios.
El lado correcto de la historia
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El pasado jueves se cumplían 24 años de la mañana en que vi elevarse sobre
la punta de Manhattan una nube de humo, pétrea, oscura, inmóvil donde antes
s...
Hace 47 minutos
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